Resumen
La declaración de Alma Ata sobre Atención Primaria a la Salud (APS) en 1978[1] constituye un hito en el pensamiento sanitario contemporneo. En un contexto mundial de búsqueda de instrumentos de distención y amortiguamiento de los costos políticos y económicos de la posguerra fría, 118 países miembros de la Organización de Naciones Unidas, suscriben esta declaración.
La APS retoma diversos planteamientos de los movimientos progresistas en salud que cuestionan el modelo médico hospitalario y sus limitados logros en la transformación de las condiciones sanitarias de las poblaciones. En esta declaración también queda plasmada una visión amplia sobre la salud, en donde se le reconoce como resultado de las condiciones de vida y trabajo de comunidades y grupos sociales.
Entre sus propuestas, la APS incluye el reconocimiento de las necesidades de salud locales, el fortalecimiento del primer nivel de atención, las acciones médico-sanitarias integrales y territorializadas, la movilización de recursos y capacidades de los colectivos y la participación comunitaria. En un primer momento, estas propuestas amplían el quehacer sanitario pues se abocan no solo a enfrentar la enfermedad, sino se interesan en producir salud y transformar las condiciones de vida de los colectivos.
Los países firmantes retoman estas propuestas y las impulsan considerando sus realidades nacionales. En México, la APS se incorpora a los servicios de salud a través de distintas modalidades y con recursos diferenciados. La configuración histórica del sistema de salud mexicano, segmentado de origen en dos grandes subsistemas públicos (seguridad social e instituciones para población no asegurada) impide la incorporación homogénea e integral de la APS. En una primera etapa, los ...