Resumen
Tal vez para muchos, oír hablar sobre las enfermedades emergentes y reemergentes sea ya un tema muy trillado y para otros sea muy nuevo. La realidad es que por siglos, la humanidad ha convivido con diversas enfermedades y ha sobrevivido a muchas de ellas. Algunas de estas enfermedades han sido causadas por defectos o fallas orgánicas propias del hombre (como pueden ser las mutaciones genéticas o autoinmunidad), y otras debido a la invasión por microorganismos parásitos transmitidos. Esto condujo al hombre a utilizar el ingenio y desarrollar estrategias que controlaran la propagación de estas enfermedades (principalmente las de tipo transmisible) al resto de las poblaciones no afectadas. La mayoría de las veces se utilizó la segregación de aquellas personas que tenían la enfermedad, ocasionando con ello las primeras manifestaciones de marginación en las comunidades. Durante el S. XIX proliferaron enfermedades tales como el cólera, la tifoidea y otras enfermedades entéricas que surgieron en momentos cuando la humanidad estaba atravesando situaciones tanto de pobreza económica como en educación (provocadas en la mayoría de las ocasiones por las guerras y arrebatos del poder) y cuyos orígenes se consideraban como intervenciones divinas para castigar a la población por sus malos actos. No fue hasta que el conocimiento médico de las enfermedades (sobre todo las de origen infeccioso) fue sistematizándose al grado de desarrollarse métodos de diagnóstico para su detección y control, por lo que muchas de estas enfermedades lograron ser erradicadas (o al menos ver reducidas grandemente sus tasas de incidencia) a través de medidas higiénicas, tratamiento con antimicrobianos y vacunación.